Vamos a analizar la postura de varios intendentes de toda la provincia, donde tuvieron la suerte de postularse y ganar la elección, la palabra “intendente” es una rémora de épocas de menor complejidad institucional y se refiere a una especie de administrador de consorcio.
Existen vecino/as que sin ser políticos han logrado llevar la administración de las comunas muy prolijamente, donde también transitando en política han aprendido a ser muy audaces, a tener buena cintura política y perpetuarse en el poder.
Cuando eso ocurre se corrompe, empieza a hacer equilibrio, acomoda a su familia, sus hijos para que sigan el mismo camino que él, trata por todos los medios de mantenerse como intendente.
Y en ese proceso por mantenerse no responden a las necesidades urgentes de los ciudadanos del lugar, no resuelven la necesidad de de asegurar la sustentabilidad del municipio con fondos propios y espera que el gobierno provincial le mande partidas de dinero no reintegrable.
Esta realidad exige intendentes que puedan pensar el municipio en términos de desarrollo local, impulsando por ejemplo la inversión pública y privada y la creación de empleo para dinamizar la economía e incrementar los recursos necesarios para invertir en infraestructura y servicios, y en resolver los graves problemas de inequidad.
Las elecciones locales están invisibilidas en pocos medios de comunicación, los periodistas locales hacen lo que pueden con poco apoyo, y medios de comunicación dependen de las pautas presupuestarias del municipio para su supervivencia y si sos independiente, por ahí haces preguntas insidiosas o publicas algo que no les sea favorable a ellos, no te dan ni la hora.
Toda esta situación ayuda a ocultar los problemas y a sostener la idea de de que cambiar es imposible, y eso hace y sostiene los mandatos infinitos de los intendentes.
El problema es que la eternización de las gestiones moldea su propio electorado con amiguismos, prebendas y dádivas para los ciudadanos más humildes que requieren la asistencia del municipio.
Promueve cadenas de concesiones y temores con los comerciantes locales, y complicidades y prerrogativas con los actores económicos de mayor envergadura.
Como complemento, mecanismos de corrupción, o la simple conveniencia de los concejales, que hacen que estos intendentes tengan mayorías automáticas en los Concejos Deliberantes y manejen a su antojo el destino de una ciudad o localidad.
La defección de los concejales que ingresan por partidos de la oposición, hace que los Concejos Deliberantes no ejerzan su rol de control político, situación que se completa con la ausencia de organismos de control y auditoría de sus gestiones. Ni hablar de la transparencia donde se tapa todo porque son votados por esas mayorías automáticas.
Hartos de discursos ideológicos, con eslogan como AUSTERIDAD, TRANSPARENCIA Y HONESTIDAD, muchas veces compartidos, pero que luego no se verifican en la realidad.
La Pampa tiene un alto índice de reelección y muy poca alternancia al frente de cada intendencia. Perpetuarse en el cargo es la regla. Se da así una preeminencia de los liderazgos locales, lo que se acentúa en las poblaciones más chicas, donde el intendente la juega “cuerpo a cuerpo” y es más difícil para la oposición, y hasta para los dirigentes de la misma fuerza política, disputarle el poder.
Hay un dato inamovible en cada elección ejecutiva en La Pampa: la mayoría de las y los intendentes siempre va por la reelección, y casi todas y todos la consiguen. En los comicios del 19 de mayo el 76% de los actuales jefes comunales, 3 de cada 4, buscará un nuevo período en el cargo.
La renovación se va dando muy lentamente en los municipios y comisiones de fomento de La Pampa.
Es que la mayoría de los intendentes y presidentes de comisiones de fomento buscan su reelección y, casi siempre, son reelectos. El 19 de mayo serán 60 los que se presentaron para competir por un nuevo período, frente a 19 que no lo harán.
En la próxima misiva les vamos a comentar los resultados sobre esta polémica nota
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